una interpretación libre y poética de la historia,
por Pablo Hernández M.


“¡Salve, Bellezas del Día, Maestros Gigantes, Espíritus del Cielo, de la Tierra,
Dadores del Amarillo, del Verde, Dadores de Hijas, de Hijos! Volveos, esparcid el verde, el amarillo, dad la vida, la existencia, a mis hijos, mi prole. Que sean engendrados, que nazcan vuestros sostenes, vuestros nutridores, que os invoquen en el camino, la senda, al borde de los ríos, en los barrancos, bajo los árboles, bajo los bejucos. Dadles hijas, hijos. Que no haya desgracia, ni infortunio. Que la mentira no entre detrás de ellos, delante de ellos. Que no caigan, que no se hieran, que no se desgarren, que no se quemen. Que no caigan ni hacia arriba del camino, ni hacia abajo del camino. Que no haya obstáculo, peligro, detrás de ellos, delante de ellos. Dadles verdes caminos, verdes sendas. Que no hagan ni su desgracia ni su infortunio vuestra potencia, vuestra hechicería. Que sea buena la vida de vuestros sostenes, de vuestros nutridores, ante vuestras bocas, ante vuestros rostros, oh Espíritus del Cielo, oh Espíritus de la Tierra, oh Fuerza
Envuelta, oh Pluvioso, Sembrador, Volcán, en el cielo, en la tierra, en los cuatro ángulos, en las cuatro extremidades. En tanto que exista el alba, en tanto que exista la tribu, que estén ellos ante vuestras bocas, vuestros rostros, oh dioses”.

Popol vuh

Prólogo - una negra presencia, inmóvil e inamovible, que observa


Oscuro, siempre es negro, siempre es sueño sin sueño.
La oscuridad se extiende de eternidad a infinito,
de silencio a silencio, planeando sobre las negras aguas
del océano de causa, como un pájaro de negra silueta,
negro sobre negro, ave, ángel, presencia
de negro aburrimiento, observador -y la nada tan llena de posibilidades-.
De pronto una gota, un pulso eléctrico,
una nota pensamiento; de la boca del ser cae,
semejante a una estrella, suena, nace un punto impreciso
que se impone a si mismo.

El observador observa sin saber que hacer, y piensa,
observa y sueña, la observa. Así permanece
aletargado, sobre el desolado precipicio del vacío,
embrujado por la luz de la singularidad diminuta;
inmóvil y pensativo, inmóvil e inamovible, observa
por un largo tiempo, o más bien
por una larga atemporalidad semejante a un suspiro.

Siempre existe la duda del hacer, del acto deliberado,
no se sabe si el destino contempla, si aprueba esta violencia,
esta divina fragmentación a partir del caos,
la separación de la oscuridad, la rotura del silencio,
la salpicadura de las aguas.
Es inevitable porque se necesita compañía,
nadie es libre si no hay nadie, nadie es nadie si no hay nada.
Es necesario un sacrificio.

El ser sube la mano,
su dedo toca la estrella, esta explota y él con ella,
miles de luces llenan la oscuridad, el cielo, su cuerpo.
Se expande la luz en todas direcciones, y la luz es buena,
y la luz de su pensamiento es toda la luz.
El abismo sin forma se abre como una flor.

De este dios gigantesco y primigenio procedemos todos y todo,
de esta ave despedazada, de la más grande forma auto procreadora.
De su respiración surgió el viento, de su voz el trueno,
de su cuerpo los planetas, de su aliento la vida,
de su conciencia el tiempo. Y él vivió en todo, era todo:
la oscuridad y las aguas, la luz y el fuego, el día y la noche.
Es su pasión, es su libertad, es su despertar.

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Esta es la relación de toda creación, de todo origen,
"tan impensable que no debería ser pensado",
de toda realidad.


*Esto escribió el poeta arquetípico,
esto cantó el primer poeta capaz de conmover corazones.

**Esto fue transmitido a algunos profetas por espíritus
que vinieron del cielo.

***Esto me fue revelado en sueños.