una interpretación libre y poética de la historia,
por Pablo Hernández M.


“¡Salve, Bellezas del Día, Maestros Gigantes, Espíritus del Cielo, de la Tierra,
Dadores del Amarillo, del Verde, Dadores de Hijas, de Hijos! Volveos, esparcid el verde, el amarillo, dad la vida, la existencia, a mis hijos, mi prole. Que sean engendrados, que nazcan vuestros sostenes, vuestros nutridores, que os invoquen en el camino, la senda, al borde de los ríos, en los barrancos, bajo los árboles, bajo los bejucos. Dadles hijas, hijos. Que no haya desgracia, ni infortunio. Que la mentira no entre detrás de ellos, delante de ellos. Que no caigan, que no se hieran, que no se desgarren, que no se quemen. Que no caigan ni hacia arriba del camino, ni hacia abajo del camino. Que no haya obstáculo, peligro, detrás de ellos, delante de ellos. Dadles verdes caminos, verdes sendas. Que no hagan ni su desgracia ni su infortunio vuestra potencia, vuestra hechicería. Que sea buena la vida de vuestros sostenes, de vuestros nutridores, ante vuestras bocas, ante vuestros rostros, oh Espíritus del Cielo, oh Espíritus de la Tierra, oh Fuerza
Envuelta, oh Pluvioso, Sembrador, Volcán, en el cielo, en la tierra, en los cuatro ángulos, en las cuatro extremidades. En tanto que exista el alba, en tanto que exista la tribu, que estén ellos ante vuestras bocas, vuestros rostros, oh dioses”.

Popol vuh

III - espinas bajo los pies



Siento el corazón roto;
el rostro divino de la ciudad,
que tanto nos costó construir,
hace tan poco, pierde su luminosa sonrisa,
la plaza, los templos, los edificios,
las piedras coloradas y color del sol y blancas
son desmontadas, acarreadas
para reforzar el muro
porque ya viene la guerra.

Ya vienen los hermanos a matar hermanos;
de Tikal, de allá viene la guerra…

Un rostro se levanta de la tierra y mira
al cielo. Pronto se levantan más y gritan
silenciosamente, muerden los tobillos,
reclaman sin voz a los que pasan;
se hace difícil caminar en un campo de cadáveres.

¿Cómo llegamos a este momento?
Eso pasa cuando el hijo se vuelve contra el padre,
entonces los hermanos deben pelear
porque cada quien defiende lo que es de su corazón.

Yo no culpo, solo soy un hombre.
Nuestro Halach uinik, nuestro gobernante, el debe saber.
‘Pedernal del cielo’, Balaj Chan K'awiil,  yo me pregunto,
en mi ignorancia, si todo esto no es castigo,
si esto no es la traición del miedo,
porque un hijo no debe levantar la mano contra el padre.
Habría sido mejor morir antes, a manos de Calakmul.

Soy un hombre viejo, me pregunto
si ahora no iré a morir a manos de uno de mis descendientes.
De Tikal venimos todos a levantar esta ciudad,
somos voces de ‘el lugar de las voces’,
somos agua de ‘el pozo de agua’,
y ahora la desmontamos porque de allá
viene la guerra,
y me pregunto si no es así siempre,
si la paz y la guerra, la construcción y la destrucción
llegan del mismo lugar… creo que si,
siempre llegan del corazón.

En el olvido de que no hay diferencia de orígenes
soñamos que hay diferencia de destinos;
la pasión de alcanzar un fin distinto al fin,
un camino que nos conduzca por una senda protegida,
una felicidad arrancada de las manos.

Mis brazos ya no tienen fuerza para disparar con el arco
o para impulsar una lanza. Yo solo veré. Seré testigo.
Habría sido mejor morir a manos de los extranjeros de Calakmul.

Yo digo que fue miedo, fue miedo,
¿fue miedo señor gobernante?
porque tú eres joven y poderoso y tienes mucho que perder.
Quizás también fue ambición. Yo soy un hombre viejo,
ya no tengo nada que perder, solo la vida,
por eso no tengo miedo de pensar y preguntarme.
Pero también soy ignorante y no puedo ver bien
las razones.

Tal vez también es miedo, tal vez si,
el que me hace pensar así y yo no soy mejor
ni peor que tú, señor gobernante.
Hiciste pacto con el señor de ‘la ciudad de las dos pirámides’,
 ahora peleamos contra nuestra propia sangre,
contra nuestros hermanos,
como tu peleas contra tu hermano el señor de Tikal.
El reino Mutul se rompió.

Ya se oyen los tambores, el ruido,
de los guerreros de Tikal que vienen,
¿qué pensarán al ver nuestros muros multicolores?
¿se van a reír?
pronto solo quedará el rojo sobre las piedras…

La guerra es una manta roja que cubre el mundo,
un cobijo sin cobijo; el silencio sube de las gargantas
en un grito ahogado. Es asunto de los hombres
cuando se aplica la violencia para ejercer poder,
para imponer las supremas costumbres del vencedor
sobre la errónea moral del vencido.

La idea del valor y la gloria se extinguen en los corazones,
ya pueden los guerreros parecer fieros ahora
pero después todos se verán igual,
a todos les dolerán el corazón y la carne,
todos querrán decir «¡Basta!».

Es inevitable subir por el camino de espinas.
La voluntad es necesaria para la vida,
está en el corazón del hombre, en su sentir,
por lo tanto es invencible e imperfecta:
la guerra es la vulgaridad de la voluntad.
Las espinas fueron plantadas bajo nuestros pies.

¡Cómo llora mi corazón!
Ya viene la guerra…

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Esta es la relación de una guerra entre hermanos,
entre ciudades hermanas, regidas por hermanos,
 Tikal y Dos Pilas, cuando estos últimos se aliaron con Calakmul
y traicionaron esta hermandad.
De los pensamientos de un viejo, de las preguntas.


*Este es el relato de una y de todas las guerras,
este es el abrazo de uno y todos los muertos.

*Así quedó grabado en la piedra, en el tiempo, en la memoria.

*Esto me fue revelado en sueños.